Las cicatrices por acné atróficas (ya sean onduladas, en furgón o en picahielo) suelen tener tractos fibrosos subyacentes que, a modo de ancla, tiran de la superficie cutánea hacia abajo provocando que adopten esta morfología hundida. Esta fibrosis es, además, el motivo por el cual algunos tratamientos para las cicatrices de acné pueden fracasar. Si éstas están muy ancladas a la profundidad por la fibrosis, aunque se genere colágeno es posible que su superficie no ascienda debido a la tensión que ejercen hacia abajo los tractos fibrosos. Por lo tanto, es importante eliminar o romper estas anclas fibrosas que hay debajo de las cicatrices por acné cuando esto sea necesario. De esta manera, los tratamientos posteriores serán más efectivos.
¿En qué consiste la subcisión?
Se trata de un procedimiento sencillo en el cual a través de una mínima punción se inserta algún instrumento, ya sea romo, punzante o una fibra de láser, por debajo de las cicatrices de acné a tratar. Si se manipula el instrumento hacia delante y atrás por debajo de las cicatrices fibrosadas, estos tractos fibrosos se rompen y la superficie de la piel asciende, ya sea sólo con esta maniobra como con los procedimientos posteriores para tratar las cicatrices. La subcisión se realiza con anestesia local, ya sea sin diluir o bien tumescente.
Cada una de las cicatrices atrófica debe ser tratada por distintos puntos de entrada para asegurar que se rompe el máximo número de tabiques fibrosos en un mismo acto.
En general, sólo se requiere una única sesión de subcisión si las cicatrices no son muy extensas o profundas. Si, por el contrario, hay una cantidad importante de cicatrices o son muy deprimidas, es recomendable proceder por sesiones mensuales dividiendo el tratamiento en áreas.
¿Qué beneficios tiene la subcisión?
En primer lugar, la ruptura de los tractos fibrosos que tiran de la piel hacia la profundidad hace que la superficie cutánea ascienda inmediatamente y en las siguientes semanas. El procedimiento provoca una nueva cicatrización por debajo de la superficie cutánea, que formará colágeno nuevo para aportar el volumen perdido sin que la epidermis se haya dañado (no deja ningún tipo de marca o costra). La ruptura de la fibrosis y el movimiento de la aguja liberan sangre dentro del hueco de la cicatriz, por lo que se aportan inmediatamente factores de crecimiento que potenciarán una nueva cicatrización, sin tener que recurrir a técnicas más laboriosas. Asimismo, el acúmulo de sangre debajo de la cicatriz atrófica aporta un volumen temporalmente que minimiza la tendencia a la retracción que tendría la superficie cutánea para volver a su estado basal deprimido.
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